viernes, 25 de abril de 2014

Y ella sonrió otra vez.

Todo era perfecto, o eso pensaba ella.
Era independiente, feliz, libre...hacia lo que quería cuando quería, hasta que le conoció a el.
Al principio ella le veía como puro entretenimiento, un juguete mas con quien jugar cuando se aburría, pero poco a poco...fue ganando terreno en ese terreno inexplorado llamado corazón.

Hablaban todos los días. Tocaban todos los temas, y las horas pasaban volando cuando los dos se escribían, y ella empezó a olvidar lo feliz que era antes y se empezó a preguntar porque no le habría conocido antes.
Su relación llevaba "fracaso" escrito en la frente, pero a ella le daba igual, el le hacia sentir segura y le empezó a importar bien poco lo demás, mientras ella seguía hablando con el, que a su vez, también estaba ilusionado con lo encontrado en ella.

Ella no sabe como, ni se acuerda del primer día en el que el le dijo el primer " te amo", pero supo que eso iba a ser lo que acabara rompiendo las barreras que había construido durante años, disfrazado de independencia emocional.
El quería saber de ella, y ella de el, poco a poco se convirtió en rutina, una rutina perfecta, en la que dos personas se vuelven confidentes y confesores, en la que ya casi no hacia falta decir gran cosa para saber que iba todo bien y en la que los pequeños detalles eran lo mas grande de todo.
Lo mejor de todo es que no había condiciones, los dos eran libres en su pequeño mundo, no se prometieron amor eterno, aunque si pensaban que lo suyo era tan fuerte que aguantaría con todo.

Ella se equivoco. Lo dio absolutamente todo, apostó, y como en muchas ocasiones...perdió.

Le dio tanta importancia a ser feliz con el que se olvidó de como era la vida antes de haberle conocido. Pero es lo que pasa cuando apuestas todo por algo, te arriesgas a perderlo.

El en el fondo lo sabía, y el miedo a decepcionar a quien lo había dado todo por el, no quiso decirle que había dejado de quererla, aunque estas cosas se notan, y ella se dio cuenta en el preciso momento en el que ya no sentía el "calor" en el pecho cuando el le hablaba.
Era todo tan frío que a ella le daba miedo, y ese miedo hizo que todo se volviera rápido y extraño, como cuando sabes que vas a morir y estas esperando a que conecten la silla.

Al final, ella tuvo el valor para "matar" la relación que llevaba en coma mucho tiempo. Ella, con el corazón roto por saber la verdad no escrita, le dijo adiós, y le dio las gracias por todo lo que el le había enseñado, por haberla querido como nadie hasta entonces y por todos los momentos imperfectos que el convirtió en perfectos.

Y a la mañana siguiente ella volvió a sonreír otra vez. 


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